PATRIA Y VIDA

“La peor de las democracias es mil veces preferible a la mejor de las dictaduras.”
Ruy Barbosa.

El escrito de hoy está relacionado con las protestas recientes de Cuba. Como buen constitucionalista empezaré por hacer alusión a la Constitución Política de ese país, reformada en el año 2003, y que en su artículo 5 establece que: “El Partido Comunista de Cuba, es único, martiano, fidelista, marxista y leninista”, sostiene que el partido es la fuerza política superior de la sociedad y del Estado, pero lo más curioso es que manifiesta que la soberanía reside en el pueblo.

No existe ni la más remota posibilidad de promover organizaciones opositoras. La carta política promueve por todo lado el derecho a la igualdad, pero el resto de derechos brillan por su ausencia, dentro de ellos, el de la protesta. Los medios de comunicación son de propiedad del Estado, sin embargo, al mejor estilo de Cantinflas, el artículo 55 reconoce la libertad de prensa.

La frase “Patria o muerte”, despierta hoy en día rechazo a los cubanos que crecieron con ella. Expresión que hizo celebre el dictador Fidel Castro en el año 1960 en medio de un funeral y en donde exigió a los cubanos que sacrificaran sus medios de subsistencia e incluso sus vidas al servicio de la revolución. Esta alocución que se encuentra escrita en todas partes, hasta en los devaluados billetes del país, está llegando a su final.

Desafiando el viejo eslogan oficial del régimen, y criticando la represión social en el país, el artista cubano Yotuel Romero compuso la canción “Patria y Vida”, convertido en el himno de protesta y banda sonora de las manifestaciones recientes en Cuba.

Cada vez, más cubanos blanden el nuevo lema “patria y vida” para pedir el fin del comunismo.

Entre el 11 y el 17 de julio del año en curso, se protagonizaron las mayores protestas antigubernamentales en 27 años. Una pequeña manifestación que inició en una población, gracias a las redes sociales, se extendió a las demás provincias de la isla como pólvora, para generar una concentración de gran magnitud. Al grito de libertad, patria y vida, los manifestantes cansados de no poder tener el control de ningún aspecto de sus vidas, vencieron el miedo impuesto por el régimen y se lanzaron a las calles para exigir la terminación de la dictadura.

Como es de esperar en un régimen comunista, las protestas fueron reprimidas de manera brutal, con arrestos, golpizas y juicios sumarios, violatorios del debido proceso y la defensa jurídica. Las condenas por el simple hecho de manifestarse pacíficamente, van desde uno hasta 20 años de prisión. Lo insólito fue la captura de menores de edad, por las “avispas negras”, como se les denomina a la Brigada Nacional Especial del gobierno, fueron casa por casa buscando a quienes participaron de uno u otra forma en la protesta.

No hay una información oficial sobre detenidos, heridos, muertos o desaparecidos, el régimen no permite investigaciones foráneas de organismos internacionales o medios de comunicación. Solo se cuenta con la información suministrada por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos de 757 personas detenidas.

El presidente Miguel Diaz-Canel, manifestó que los procedimientos se llevaron a cabo bajo las garantías procesales establecidas en el país. Contrario a lo dicho, días antes ordenó a sus seguidores salir a la calle a enfrentar los manifestantes, por considerarlos mercenarios pagados por Estados Unidos, para manchar la buena imagen de Cuba.

La dictadua cubana ha sabido reprimir y controlar la información, solo hasta el año 2013 empezó a suministrar servicio de internet a su población a cuenta gotas hasta el día de hoy. Derecho que se convirtió en el peor enemigo del gobierno y en el talón de Aquiles para vencer el oscurantismo comunista. Paradójicamente, la tecnología en Colombia fue utilizada en las protestas de forma negativa por los violentos y la extrema izquierda, buscando deslegitimar la institucionalidad a través de mensajes falsos, mientras que en Cuba ha servido para alcanzar la libertad.

El pueblo de Cuba necesita con urgencia el apoyo de la comunidad internacional, este sistema totalitario implantado durante seis décadas merece el repudio y la condena enérgica de los organismos internacionales.

No es sensato que, de manera timorata y obligada por las circunstancias, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, se haya manifestado exigiendo respeto por los manifestantes, cuando nunca lo ha hecho por la violación sistemática de los derechos del pueblo cubano.

Ni que decir de la extrema izquierda colombiana, que jamás se pronunció, como sí lo hizo con las protestas en Colombia, por el contrario, con algunos medios de comunicación le achacaron los problemas al embargo norteamericano y al Covid-19.

Por: Cr. Diego León Caicedo Muñoz

Fuente: fundelt.com

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