He buscado afanosamente en la historia de la humanidad, la razón de
ser de las capuchas ¿Quiénes se ocultaron tras de ellas y quiénes no?
sus motivaciones y los hechos acaecidos bajo su sombra.
Desde la Europa medieval con sus verdugos armados de enormes hachas,
cercenando la cabeza de algún miserable aldeano; las tristemente
célebres capuchas blancas del infame Ku Klux klan sembrando el
terror y la muerte en comunidades afroamericanas por el año 1865; y
las temibles bandas de saqueadores y violadores encapuchados que
asolaban comunidades rurales durante la gran depresión iniciada en
1.929; las capuchas de temible grupo narcoterrorista los extraditables
reivindicándose la oleada de asesinatos y bombas que sacudían
nuestro país por la década de los años noventa.
Difícil ha sido encontrar en las abultadas páginas de la historia universal las bondades de la capucha para la humanidad, hechos loables concebidos y ejecutados a su sombra; por siglos y hasta la actualidad las capuchas se han entendido como el símbolo universal e infame de la muerte, la violencia y la injusticia.
las capuchas en las manifestaciones son para la democracia lo que las camisetas estampadas con la imagen de Pablo Escobar Gaviria son para los
familiares de los millones de víctimas del Narcoterrorismo: El
emblema enaltecido de la infamia, el símbolo del horror que en un
claro abuso del libre desarrollo de la personalidad se justifica y
pretenden erigir como derecho e insignia.
Quienes se empeñan en defender su uso están, injustamente, marcando con hierro de fuego, toda manifestación pacífica, popular, justa y democrática con la efigie de la Capucha.
Es un juego peligroso que no debemos alimentar; no son las capuchas en las manifestaciones la representación acertada de una educación clara y abierta por la que se marcha, no son las capuchas quienes representan la diversidad en las democracias; son ellas en sí mismas la negación de las ideas , la confirmación de la banalidad de sus acciones.
No me parece justo con el maestro, el estudiante, el campesino, el
sindicalista que ejerce su derecho a la protesta, que se manifiesta
pacíficamente, insistir en crear las condiciones para que la capucha
termine impuesta por un reducido grupo como el sello de
denominación de origen de la protesta en Colombia.
Aquellos gigantes que lideraron las mejores y más justas luchas de la humanidad no necesitaron capuchas, sus reclamos eran tan justos, sus ideas tan claras, su conciencia tan limpia como su rostro, Martin Luther King, Mahatma Gandhi y Nelson Mandela nos enseñaron que es posible cambiar el mundo dando la cara.
Autor: Mayor General (RA) NICOLÁS RAMSÉS MUÑOZ M.